He esperado varios días. Pero como no he visto respuesta de fuentes supuestamente “más autorizadas” (departamentos universitarios, miembros de la intelectualidad cordobesa, etc.), me veo en la obligación de responder a unas afirmaciones que considero no sólo erróneas, sino muy desafortunadas en todos los sentidos. El origen de mi desazón está en la reedición del libro de Manuel Nieto Cumplido sobre la Mezquita-Catedral de Córdoba o, más concretamente, en la autorecensión que hace el propio autor de su obra. En una batería de noticias que han inundado las secciones culturales de todos los medios escritos de la ciudad, anunciando el pre-acto, acto y post-acto de presentación de un libro ya editado, la sucesión de increíbles afirmaciones sobre la naturaleza del monumento me han dejado, y no exagero, bajo estado de shock. A las pruebas me remito en los enlaces siguientes:
• http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=409517
• http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=409778
• http://www.abcdesevilla.es/20080601/cordoba-opinion/manuel-nieto-catedral_200805312229.html
Que se califique una obra de compendio y resumen de otras obras científicas sobre el monumento como “referente” imagino que será porque, precisamente, allí se pueden encontrar gran parte de los textos, láminas y figuras de algunos científicos, sin necesidad de ir al original.
Pero lo realmente preocupante es cuando el propio autor afirma que la Mezquita-Catredral es “el último edificio helenístico de Occidente” y no el primer monumento árabe de la España Islámica. No llego a alcanzar cómo el autor de la obra llega a tan inexplicables conclusiones. Sólo se me ocurren dos posibilidades. La primera, que sea un error fruto de su desconocimiento sobre el arte, la historia y la arqueología en general y, muy particularmente, la omeya cordobesa. La segunda, y a mi modo de ver la más probable, que se pretenda minusvalorar la herencia artística e intelectual omeya (hispano-musulmana) con el objetivo de realzar la otra herencia que confluye en el monumento, la “cristiana”, ya sea en su faceta tardorromana y visigoda (anterior a la presencia islámica en la Península) o en la bajomedieval (posterior a la mencionada presencia musulmana). Así, de paso, se contrarrestaría ideológicamente el absurdo intento de algunas comunidades islámicas locales (y no tan locales) por convertir la Mezquita-Catedral en una extraña medianía: un templo cristiano donde pueda rezar un musulmán. Pero, señores, el absurdo no se combate con otro absurdo; y la historia es eso, historia, y no puede emplearse de forma sectaria o ideologizada para justificar el carácter musulmán de un templo hoy cristiano o anular un evidente logro de la arquitectura paleoislámica diciendo que no lo es. Me permito recordar obras clásicas como las de Creswell (magníficamente prologada por Alfonso Jiménez, arquitecto de la Catedral de Sevilla), Grabar, Ettinghausen, Ewert, Cressier…
Resulta evidente que antes de una mezquita hubo una iglesia, aunque las intervenciones arqueológicas (muy limitadas) no puedan determinar ni su cronología exacta ni sus dimensiones. Pero también es evidente que, antes que una iglesia, habría algún edificio romano, y antes algunos restos prehistóricos… y así hasta el Paleolítico Inferior si se quiere. El tipo de afirmaciones como las que hace el Sr. Nieto sólo llevan a un innecesario y falso debate sobre “quién llegó primero” o sobre la pertenencia o no de un territorio y un pueblo a una u otra civilización. Además, para aquellos que llevamos años estudiando la implantación del cristianismo en tierras cordobesas a través de la Arqueología o la Epigrafía, resulta especialmente penoso que se utilicen argumentos históricos para justificaciones ideológicas o religiosas peregrinas. ¡Claro que Córdoba era una ciudad cristiana antes que islámica! Desde el siglo IV d.C. podemos seguir la pista del cristianismo cordobés, con la figura del obispo Osio (reflejada en una magnífica biografía de De Clerq, agotada hace lustros y sin traducción al español); sabemos que la ciudad romana estaba literalmente rodeada por un cinturón de basílicas cristianas, como San Acisclo (Antonio Maura-Avda. Aeropuerto), Cercadilla (primera sede episcopal de la ciudad, lugar de enterramiento de obispos y abades cordobeses), la basílica de Santa Eulalia (en Diputación, donde además hay un magnífico y gigantesco baptisterio) o la de los Tres Santos (Corredera), mártires cordobeses cuya santidad traspasó las fronteras locales, hasta el punto de que el obispo Honorato de Sevilla (sucesor de San Isidoro) consagró una basílica al sur de Dos Hermanas con algunas reliquias de estos mártires. Sabemos que estas basílicas tenían enormes cementerios con sarcófagos traídos de la propia Roma. Gracias a recientes excavaciones llevadas a cabo junto a la iglesia de la Compañía hemos podido constatar la existencia de una gran basílica que reutiliza los restos de unas termas romanas y que es reconstruida por un obispo cordobés en el año 660 d.C. (Corpus Inscriptionum Latinarum II2 / 7’ 640). También en la calle Tejón y Marín pudo haber otra iglesia; asimismo bajo la actual Santa Catalina. A ello habría que unir el reciente descubrimiento de uno de los templos más antiguos de la Península Ibérica en el cortijo de Coracho, Lucena, basílica paleocristiana (inicios del siglo IV d.C.) consagrada a unos desconocidos mártires egabrenses que fue reformada por los bizantinos adaptándola al rito ortodoxo oriental con la construcción de un synthronon (banco presbiterial) y en cuya necrópolis asociada se enterraron algunos obispos de Cabra, como lo asegura una inscripción hallada muy cerca de este martyrium donde se lee un epitafio a un obispo de dicha sede que se entierra cum dignis (con los dignos, con los santos). Y que decir de otras basílicas olvidadas de la provincia: El Germo, Majadaiglesia, El Alón, Nueva Carteya…
Este esplendoroso y poco estudiado pasado romano-cristiano y visigodo cordobés, que abarca entre los siglos IV y VIII d.C. no puede ser, simplemente instrumentalizado. Debe ser documentado porque, sin su estudio, es imposible comprender lo que ocurre entre Roma y el Islam, o los inicios del arte omeya cordobés. Sólo así se puede entender, por ejemplo, la decoración de piezas como el primer mihrab de la mezquita omeya, un magnífico mihrab monolítico como el que existía en la mezquita de Bagdad (sólo existen estos dos en el mundo), que se encuentra depositado en los fondos de nuestro Museo Arqueológico y que he tenido la suerte de poder analizar y publicar en una reciente monografía. Porque la Historia es sólo eso, Historia, un continuo en el tiempo, cuyas fases no pueden ser comprendidas sin el concurso de las anteriores, siendo todas ellas iguales en importancia. Por favor, no instrumentalicen ni la Historia ni la Mezquita-Catedral. ¿O es que sólo interesa saber que una vez hubo un templo cristiano bajo la Mezquita-Catedral porque algún musulmán, una mañana, se pone a rezar en la puerta, reclamando no se qué derechos históricos inherentes a no se qué pueblo andalusí?
3 comentarios:
Si los departamentos universitarios de Córdoba osan desautorizar a ese "autor" y miembro del sanedrín catralicio-cajasurero ¿quién les publicará sus libros?
Soy miembro de la universidad, y estoy realizando mi tesis sobre este asunto. Defendemos una rigurosidad científica en la que esta interpretación del monumento no tiene cabida.
al 2º Anónimo:
Yo no soy miembro de la universidad, pero sí una ciudadana curiosa q le interesa la cultura. ¿podría decirme, por favor,las razones de por qué esta interpretación de la Mezquita (antes Mezquita) no tiene cabida? es para contrastar con lo q nos expone admirable y detalladamente el Sr. Jerónimo Sánchez y así hacerme una idea más completa sobre este interesante asunto.
gracias
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