jueves, 20 de mayo de 2010

NI ROSAS, NI LIBROS, NI RESTOS ARQUEOLÓGICOS... ¿Qué más se puede pedir?



Un amigo me ha mandado las fotos que pongo arriba. Sí, es la antigua y bellísima rosaleda, convertida en un erial arqueológico lleno de jaramagos de esos que les encantan a nuestros responsables municipales. La verdad, no es la idea que tengo precisamente de "ruina romántica", pero claro, con la crisis que tenemos, pues lo mismo ahora se puede llamar así esto, eso sí, con un toquecito de austeridad a lo zen.
En las fotos se ve poco, pero no parece haber restos de gran magnitud, aunque claro, estando a tiro de piedra de Cercadilla, lo mismo estos muros son importantes para saber algo más de tan denostado monumento. Seguro que los sabios de la Gerencia ya están intentando solucionar el asunto.
Pero lo cierto es que, a día de hoy, ya no tenemos Rosaleda histórica; los restos, tal y como están, acabarán molidos por el viento y las inclemencias meteorológicas; y con la falta de pasta y los ajustes de las administraciones (que recortarán en todo menos en lo que deben), mucho me temo que la biblioteca tampoco se hará, al menos en los plazos previstos. Seguro que le echan la culpa a los restos... y a sus jaramagos.

3 comentarios:

José Manuel Fuerte dijo...

Es cuestión de gustos y preferencias, amigo Jerónimo. Yo siempre he estado a favor de que la biblioteca pública se hiciera en esta zona, porque he considerado que la rosaleda que destruye es recuperable en algún punto cercano. Me preocupa mucho más nuestra sierra.

Pero con los restos arqueológicos la cosa me llega al alma. Desconozco lo que se ha descubierto, pero confío, supongo, entiendo, y espero que el proyecto se pueda modificar para incorporarlos, y que los estudios correspondientes caigan en manos de alguien con la sensibilidad y el conocimiento suficientes para valorarlos en su punto exacto. Sí que me preocupa, sin embargo, el recorte presupuestario, y las excusas que, como bien dices, nos van a dar.

harazem dijo...

El atentado de la construcción de la biblioteca, José Manuel, no es la desaparición de la rosaleda, sino el encementamiento y enladrillamiento de una zona verde en pleno centro urbano, que en los países civilizados han llegado a ser más sagradas que las catedrales, un elemento fundamental de la calidad de vida, del estado del bienestar. Y su depredación responde a la misma lógica que el desmantelamiento de todo el estado de bienestar en que están empeñados los mercados, nombre que ahora reciben los hijosdeputa de siempre.

Te aseguro y hay pruebas a mansalva que había posibilidades de hacerlo en lugares ya edificados. Pero un espacio verde siempre será un objeto de codicia de los constructores y sus empleados los políticos que el edificado, por simple cuestión de planificación de objetivos.

José Manuel Fuerte dijo...

No estoy yo a favor de perder zonas verdes, ni mucho menos, Manuel. Pero sí me pregunto si se estaría ahora construyendo la biblioteca o no, de haberlo intentado en otro lugar. Aunque no lo justifique, sí que me cabe la duda.

A lo mejor el coste de la pérdida es excesivo, y yo esté, probablemente, equivocado. No lo sé.

Un abrazo